20 de febrero de 2016

La solidaridad se tomó las calles y la UPN.

Mientras que la ciudadanía venía asimilando una nueva administración en la alcaldía mayor los cambios no esperaron para presentarse. Entre estos hechos podemos resaltar el alza a la tarifa de Transmilenio, el desalojo de vendedores informales de las calles por la recuperación de espacio público,  mayor desfinanciación para la salud, propuestas de  toma de reservas forestales para intereses privados, entre otras que hacen parte de la larga lista. La respuesta de la ciudadanía ante esto se ha consolidado en actos de indignación y protestas como las de la semana anterior en Transmilenio, la marcha y unión de vendedores ambulantes, etcétera., mientras que la respuesta de la administración en ningún momento ha sido el diálogo, la única respuesta que los manifestantes han encontrado son los gases, aturdidoras y la neta brutalidad policial ejercida por el ESMAD.

Ahora, como factor particular evaluemos el día de un estudiante promedio de la UPN que debe pagar como mínimo $4.000 para ir y volver de la universidad, cuando no debe tomar doble transporte por el sistema de rutas del SITP o porque viven en municipios cercanos a la ciudad, lo que incrementaría en el último caso, al menos $6.000 del bus intermunicipal; también debe cumplir con la academia por lo que debe como mínimo comprar copias de diferentes materias que le pueden estar valiendo otros $4.000; además debe estar todo el día en la universidad por lo que es lógico que le de hambre en algún momento del día, o sed con este inclemente sol, y cuando va a buscar un almuerzo se da cuenta que el restaurante de la universidad permanece cerrado y debe salir a conseguir almuerzo en los alrededores de la universidad, que por lo general no bajan de $6.000. El costo total de un día de un estudiante en la UPN fácilmente podría estar en $20.000 y como no hay plata para tanto el estudiante promedio debe empezar a hacer una lista de necesidades sobre las necesidades, entonces si compra las copias no puede pagar el transporte ni comer, o si paga el transporte no come ni puede sacar las copias.



Algo que salvaba al estudiante promedio era la comida que gentilmente le vendían los vendedores informales, sin negar el almuerzo que uno podía comprar en la universidad pero que igual no alcanzaba para todos o terminaba fuera del presupuesto del estudiantado y este se inclinaba a comprar en la amplia gama de comidas que le esperaban en los alrededores del alma mater para continuar con su larga jornada de estudio y como ahora al alcalde le dio por recuperar el espacio público porque el cemento se cansó de cargar a gente que se rebusca para mantener a su familia pues no hay quién venda gentilmente y al estudiantado le quedaron dos opciones: ampliar en su lista de necesidades sobre necesidades el monto de dinero para comer o aguantarse hasta que vuelva a la casa, no hay de otra.

Mientras tanto, el transporte indigno sigue en pie y sus ganancias se distribuyen de un 5% para el distrito que debe encargarse de vías, estaciones, mantenimiento, nueva flota de buses; y un 95% que se divide en varios operadores privados.



Debido a esto la UPN quiso hacer sentir su voz de protesta frente al alza de la tarifa de transmilenio, así como su apoyo y solidaridad con lxs vendedorxs ambulantes por medio de un plantón y chapoleo pacíficos, con la intención también de informar a quienes pasaban por la calle 72 de estas problemáticas.  Sin embargo, la respuesta siguió siendo la misma, ya que el ESMAD no dudó para empezar a lanzar gases y aturdidoras contra los manifestantes.

El desenlace fue un enfrentamiento entre estudiantes y ESMAD por  más de dos horas, en los que resultaron heridas de gravedad 2 personas cuando miembros del ESMAD lanzaron gases directamente al rostro de una y le produjeron una herida fuerte en la cabeza y balas de goma disparadas por las armas de paintball que terminaron impactando en el rostro de otra afectando su tabique. Además de 2 detenciones de las que hasta ahora no hemos tenido más información.



Es necesario reconocer el trasfondo de este tipo de manifestaciones,  comprender cómo están afectando estas medidas a las personas que sobreviven apenas con un mínimo como para tener que pagar más por un transporte indigno, así como el problema que deben afrontar quienes subsisten desde lo que pueden vender informalmente en las calles y que ahora son desplazados por una administración que proclama “urbanidad” y se olvida de las necesidades de quienes habitan la ciudad, y que por supuesto no les ha generado ninguna solución real.


La pregunta radica en ¿qué vamos a hacer ahora? No se apresuren a contestar, solo piénsenlo bien y cuando tengamos una respuesta nos vemos para construir.

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